El Cuervo - Edgard Allan Poe
El cuervo es un poema narrativo escrito por Edgar Allan Poe, salió al público por primera vez en el año de 1845 y constituye su composición poética más famosa, debido a que le dio reconocimiento internacional.
El texto cuenta la misteriosa visita de un cuervo parlante a la casa de un amante afligido, y de la lenta caída hacia la locura de aquel hombre. El amante, que a menudo se ha identificado como un estudiante, llora la pérdida de Leonora, su amada. El cuervo negro, posado sobre un busto de Atenea, parece estimular el sufrimiento de aquel con la constante repetición de las palabras «Nunca más».
Pero al parecer hay un perverso conflicto entre el deseo de recordar y el deseo de olvidar. El afligido amante parece sentir algo de placer en enfocarse en su pérdida. Él asume que «nunca más» es lo único que logra retener el ave, e incluso así continúa haciéndole preguntas, sabiendo cuál será la respuesta. Sus preguntas, por consiguientes, son deliberadamente autodespreciativas y lo llevan aún más a ese sentimiento de pérdida y destrucción.
No obstante, después de pensar en que el cuervo puede ser una criatura demoniaca; el afligido amante le ordena al cuervo que se vaya, sin embargo, aquel pájaro no se va y se queda allí, dejando al amante con profunda soledad y tristeza, sabiendo que "nunca más" podrá salir de la sombra de la soledad.
El texto cuenta la misteriosa visita de un cuervo parlante a la casa de un amante afligido, y de la lenta caída hacia la locura de aquel hombre. El amante, que a menudo se ha identificado como un estudiante, llora la pérdida de Leonora, su amada. El cuervo negro, posado sobre un busto de Atenea, parece estimular el sufrimiento de aquel con la constante repetición de las palabras «Nunca más».
Pero al parecer hay un perverso conflicto entre el deseo de recordar y el deseo de olvidar. El afligido amante parece sentir algo de placer en enfocarse en su pérdida. Él asume que «nunca más» es lo único que logra retener el ave, e incluso así continúa haciéndole preguntas, sabiendo cuál será la respuesta. Sus preguntas, por consiguientes, son deliberadamente autodespreciativas y lo llevan aún más a ese sentimiento de pérdida y destrucción.
No obstante, después de pensar en que el cuervo puede ser una criatura demoniaca; el afligido amante le ordena al cuervo que se vaya, sin embargo, aquel pájaro no se va y se queda allí, dejando al amante con profunda soledad y tristeza, sabiendo que "nunca más" podrá salir de la sombra de la soledad.

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