A la deriva (cuento de Horacio Quiroga)
Una serpiente yararacusú ha mordido a Paulino, la serpiente es venenosa. Él mata a la serpiente utilizando un machete para impedir que ese animal nuevamente lo muerda. Inmediatamente se siente al área de la herida muy afectada. Su esposa Dorotea le da caña, pero él piensa que es agua.
Debido a lo sucedido inicia un viaje en su canoa por el Río Paraná hacia Tacurú Pucú para intentar sobrevivir. Casi no sentía la pierna por el tan fuerte dolor. A mitad de camino decide pedirle ayuda a su compadre Alves, no obstante, él no le contestó, así que decide seguir el viaje. A medida que transcurría el tiempo sentía que el dolor iba disminuyendo, la sed disminuía y podía respirar mejor. Esto le dio esperanzas de que iba a mejorar.
En este punto la canoa ya había quedado a la deriva. El hombre empezó a delirar. Sentía helado todo su cuerpo y no podía respirar bien. Finalmente estira los dedos de la mano y muere.
Debido a lo sucedido inicia un viaje en su canoa por el Río Paraná hacia Tacurú Pucú para intentar sobrevivir. Casi no sentía la pierna por el tan fuerte dolor. A mitad de camino decide pedirle ayuda a su compadre Alves, no obstante, él no le contestó, así que decide seguir el viaje. A medida que transcurría el tiempo sentía que el dolor iba disminuyendo, la sed disminuía y podía respirar mejor. Esto le dio esperanzas de que iba a mejorar.
En este punto la canoa ya había quedado a la deriva. El hombre empezó a delirar. Sentía helado todo su cuerpo y no podía respirar bien. Finalmente estira los dedos de la mano y muere.

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